viernes, mayo 28, 2010

A Angele Yagüe.-


Angeles Yagüe (En casa de Amelia Peco)


Angeles Yagüe. (Recital "Esta vez el viento" Feb. 2005)

Homenaje a Norberto R. Matobella (2004) (De izd. a dcha: Angeles Yagüe, Alfredo Piquer, Consuelo Menendez, Chema Rubio, Ana Delgado, Norberto R. Matobella)
Recital en el Círculo de Bellas Artes (Angeles Yagúe, Alfredo Piquer y Consuelo Menendez)
En casa de Begoña Montes (Navidad 2007-08)

A Angeles Yagüe.

Ofelia.-

(“…donde hallareis un sauce que crece a las orillas de este arroyo, repitiendo en sus ondas cristalinas la imagen de sus hojas pálidas. Allí se encaminó ridículamente coronada de ranúnculos, ortigas, margaritas y luengas flores púrpuras, que entre los sencillos labradores se conocen bajo una denominación grosera y las modestas doncellas llaman dedos de muerto. Llegada que fue se quitó la guirnalda y queriendo subir a suspenderla de los pendientes ramos, se troncha un vástago envidioso y caen al torrente fatal ella y todos sus adornos rústicos. Las ropas huecas y extendidas la llevaron un rato sobre las aguas, semejante a una sirena, y en tanto iba cantando pedazos de tonadas antiguas, como ignorante de su desgracia o como criada y nacida en aquel elemento. Pero no era posible que así durase por mucho espacio…las vestiduras, pesadas ya con el agua que absorbían, la arrebataron a la infeliz, interrumpiendo su canto dulcísimo la muerte, llena de angustias.” Hamlet. , W. Shakespeare.)


Ophelia. John Everet Millais (1852) Tate Gallery.


Dónde crecía el sauce que reflejaba pálidas
sus hojas como lágrimas y que quebró de pronto
su rama bajo el peso fatal de tu tristeza?
Cuándo escuchaste el coro de las ondas
que acompañaron lúgubres
la funeral deriva de tu cántico acuático?
De dónde nació el frío y el desdén y el silencio?
En qué horas amargas se produjo el hastío
mientras sonaban débiles, sin que los percibiéramos,
sus estertores todavía confusos
bajo el ruido estridente de los días?
Bajo la piel quedaron, soterrados y ocultos,
secando sus raíces y cuarteando lentos su tersura.

En qué oculto momento desabrochaste el cierre
de las doradas cruces que lastraban tus lóbulos,
de los pesados dijes que impedían el giro de tu cuello
para mudarlos en livianos pétalos?
Que ponzoña de olvido bebiste lentamente
que invadiese tus vísceras clausurando las sendas
de tu pasión y anegando tus ojos
de gris oscuridad de agua de río?

En el silencio de las noches de lágrimas
de soledad vencida por el sueño;
entre los intersticios de aquellos sobresaltos
de venganza y de rabia que quebraba el reposo
y sembró tu demencia
y en la mudez que cubre finalmente mi rostro
palidecido, al constatar el daño irreversible
que ha impregnado tus días
y flota lentamente como tu cuerpo inerte
como el pesado vuelo de tu hábito
empapado y hundido que te arrastra al abismo
y tus labios abiertos que aun musitan
fragmentos olvidados de canciones antiguas
y tu lívido rostro que arrastra la corriente
entreabiertos los párpados sobre el agua del rio
que quisiste adornada de las flores rosadas
y blancas de Abril, aquella primavera.

A. Piquer



A Angeles Yagüe (I).

Dama del Lago ígneo, alzas el largo brazo
sobre la superficie que transitan las ondas
y me entregas la espada
que clavaré en el centro de este círculo pétreo
que concita a los astros
en el que soy , a tu mirada, excelso.
Yo me sumo contigo a este círculo mágico
de angeles en la sombra, aquelarre de meigas
y druidas solemnes que establecen silentes
conjuros de misterio, palabras sucesivas
que alimentan el fuego del alma en el crepúsculo.
Angel en la penumbra, dama de la belleza
tu me encumbras al cielo de la noche estrellada
voz cálida en la ronda que invoca los espíritus.

Tu eres Circe eligiéndome nauta de las palabras,
la diosa de la Luna, vencidos para siempre
todos los otros nombres urdidos en la sombra.
Tu sola reconcilias mi tristeza de brujo
derrotado y lejano con la vida y el mundo.

Tu eres la llamarada de este cíclico templo
de este rito sagrado y secreto del lenguaje,
tu eres el arcangel ligero y azulado
del fuego silencioso que en el ocaso danza
sobre el líquido ardiente.
Beberemos unidos el transparente espíritu
que abrase nuestras almas,
tus ojos y los míos trazarán el diametro
que convoque la magia,
que traiga a la memoria tu ancestral tierra céltica.
Establezco contigo este lazo secreto
que nos una en silencio , que hermane
en lo mas hondo tu corazón y el mío
que funda a tus palabras enlazadas las mías
en este espacio fúlgido donde tu eres la meiga
que otorga la valía, donde tu eres la amiga
que llama mi presencia.

A. Piquer
(19.2.2003)


A Angeles Yagüe (II)

Ya no hay sutras ni mantras
ni signos cabalísticos
ni rosas de los vientos ni estrellas salomónicas,
trayectos diametrales de miradas herméticas,
ni güijas que transmitan fragmentadas palabras
de otros mundos lejanos de poesía y misterio
en la mesa redonda
que une este aquelarre.
La magia está en suspenso
esperando que vuelvas de tu sueño en silencio
porque faltas en ella para iniciar de súbito
la frenética danza del fuego indescriptible,
el bebedizo ardiente que encienda nuestro espíritu;
para traer , reciente, el conjuro bellísimo,
la música exquisita de todos tus poemas
a iluminar de nuevo este espacio en penumbra
donde estás, aun lejana, presente, imprescindible.

A. Piquer
(9 Julio 2003)

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